SOCIEDAD | EL INICIO DE CLASES: UN TORBELLINO DE EMOCIONES
Mochilas nuevas, guardapolvos impecables, cuadernos sin estrenar. Hoy, 5 de marzo, comienza un nuevo ciclo lectivo, y con él, un torbellino de emociones que recorre cada rincón de la comunidad educativa. Porque el inicio de clases no es solo una fecha en el calendario, es una mezcla de expectativas, ilusiones, miedos y desafíos que atraviesan a niños, adolescentes, padres y docentes por igual.
Para los más pequeños, los que dan sus primeros pasos en el jardín, el día se vive entre lágrimas y sonrisas. Algunos entran con la curiosidad encendida, maravillados por los colores y los juegos del aula, mientras que otros se aferran con fuerza a la mano de mamá o papá, sintiendo que el mundo conocido se aleja por un rato. Es un primer gran desprendimiento, tanto para ellos como para sus familias, que deben confiar en que en esas salitas empieza una etapa de crecimiento y descubrimiento.

En la primaria, los nervios son distintos. Cambian las caritas temerosas por otras más ansiosas, con ganas de reencontrarse con los amigos, de ver a la maestra, de contar qué hicieron en las vacaciones. Para los que comienzan primer grado, el salto es enorme: dejan la contención del jardín para ingresar a un espacio donde las letras y los números comienzan a tomar protagonismo. También los padres sienten ese vértigo, esa sensación de que sus hijos están creciendo más rápido de lo que quisieran.
El secundario, por su parte, es un mundo aparte. Para los que recién ingresan, es el desafío de adaptarse a un nuevo sistema, nuevos docentes, nuevas materias. Para los que están en los últimos años, el regreso a las aulas significa acercarse un poco más a la adultez, con el peso de las decisiones sobre qué camino tomar después. Hay entusiasmo, pero también incertidumbre.
Los padres viven el inicio del ciclo con una mezcla de orgullo y ansiedad. Organizan horarios, preparan útiles, dan consejos, pero en el fondo saben que, una vez que sus hijos crucen la puerta de la escuela, deberán soltarlos un poco más. Es un ejercicio de confianza y paciencia, un aprendizaje que se renueva cada año.

Y están los docentes, los grandes protagonistas de esta historia. Desde el maestro que recibe a sus alumnos con la vocación intacta, hasta el profesor que intenta captar la atención de un grupo que regresa con las energías desbordadas. Ellos también sienten nervios, expectativas, e incluso dudas sobre cómo será este nuevo año escolar. Pero, por sobre todo, llevan consigo la convicción de que la educación es el camino, de que cada aula es un espacio de transformación.
Hoy comienza un nuevo ciclo. Y más allá de los nervios, las mochilas pesadas, los madrugones y la incertidumbre, el inicio de clases siempre trae consigo una promesa: la de aprender, crecer y escribir, un año más, una nueva historia en cada pupitre.






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