CUANDO EL CUERPO NO DUELE, PERO…

CUANDO EL CUERPO NO DUELE, PERO…

Hay dolores que no se ven. Que no dejan marcas en la piel ni requieren analgésicos. Son esos que se alojan en el alma, en el pecho, en lo profundo del ser. Ese tipo de dolor que cansa, que pesa, que apaga las ganas sin necesidad de palabras.

Es un cansancio que no se soluciona durmiendo. Un vacío que no se llena ni con ruido ni en compañía. A veces, ni uno mismo entiende de dónde viene, pero está. Late con fuerza en el silencio, se cuela entre las risas fingidas, y se arrastra con nosotros como sombra en los días grises.

No se trata solo de estar triste. Es mucho más. Es la sensación de no querer nada. De que nada alcanza. De que todo cuesta el doble, incluso respirar.

Y aunque no se hable de esto todos los días, hay que recordarlo. A muchos les duele sin razón clara, a muchos les pesa sin saber por qué. Y está bien reconocerlo. Está bien no poder con todo. Pero ¿cómo pedir ayuda o simplemente frenarlo?

No siempre hay que estar bien. A veces, solo hay que estar. Resistir. Respirar. Esperar.

Porque, aunque hoy no tengas ganas de nada, aunque todo pese... este también puede ser un día que va a pasar.