INDEPENDENCIA, LA PALABRA QUE NO DEBEMOS TRAICIONAR

INDEPENDENCIA, LA PALABRA QUE NO DEBEMOS TRAICIONAR

Independencia. Una palabra que pesa, que resuena en las páginas de nuestra historia con la solemnidad de un acta firmada a mano por hombres que sabían que no había marcha atrás. El 9 de julio de 1816, en la famosa Casa de Tucumán que hoy es símbolo patrio, un puñado de representantes de las Provincias Unidas del Río de la Plata declaró, que esta tierra ya no dependería de reyes lejanos. Ese día, la patria dejó de ser una esperanza y se convirtió en una decisión.

Pero esa palabra, Independencia, no terminó de escribirse en 1816. Cada generación tiene la responsabilidad de redefinirla, de conquistarla otra vez. Porque si bien ya no dependemos de la corona española, ¿somos realmente libres? ¿O nos hemos vuelto súbditos de otras formas de poder, más silenciosas y más persistentes?

Hoy, en tiempos de crisis y urgencias, cuando el presente se deshilacha y el futuro parece hipotecado, hablar de independencia es hablar también de dignidad. De la soberanía que se expresa en una fábrica que vuelve a abrir sus puertas, que hoy no sucede, dicho sea de paso. En un productor que puede vender su cosecha sin ahogarse en impuestos o especulaciones, en un docente que enseña sin resignarse al olvido o en remuneraciones de miseria. Es independencia poder elegir y no solo sobrevivir. Es tener voz propia y no repetir consignas dictadas por "reyes” de turno.

La independencia no solo se defiende en las fronteras, también se defiende en las aulas, en los hospitales, en las calles de nuestro pueblo. Se defiende cada vez que un ciudadano elige la verdad, en lugar de la comodidad de la mentira. Son épocas de muchas mentiras reproducidas sistemáticamente, en medios comprados.

La Independencia se sostiene cada vez que se exige justicia sin banderas partidarias. Cada vez que un joven se queda en su tierra porque siente que aquí tiene futuro.

El Congreso de Tucumán fue un acto de coraje, pero también de amor. Porque declarar la independencia fue, ante todo, amar esta tierra con la intensidad de quien está dispuesto a morir por ella. ¿Cuántos de nosotros hoy amaríamos a la patria con ese mismo fuego?

Este 9 de Julio no alcanza con izar la bandera. No alcanza con recordar a los próceres. Debemos preguntarnos si estamos a la altura del legado que dejaron. Si no estamos traicionando la palabra que ellos escribieron con tinta y con sangre.

Independencia es mucho más que un día feriado. Es una forma de vivir. Es un compromiso con lo justo. Y, sobre todo, es una promesa que debemos renovar todos los días, que este país, que esta provincia, que este pueblo, con sus heridas y sus sueños, seguirá siendo nuestro. Y que la libertad no será solo una palabra antigua escrita en un acta, sino una llama viva que no dejaremos apagar, bajo ninguna circunstancia. -