BAJO EL MANTO DE LA LIBERTAD: LA VIRGEN DE LA MERCED, PATRONA DE CORRIENTES Y DEL EJÉRCITO ARGENTINO

BAJO EL MANTO DE LA LIBERTAD: LA VIRGEN DE LA MERCED, PATRONA DE CORRIENTES Y DEL EJÉRCITO ARGENTINO

La Virgen de la Merced, Patrona de la Ciudad de Corrientes, es un símbolo que trasciende lo meramente religioso. Es la madre que nos envuelve bajo su manto protector, uniendo generaciones en una fe inquebrantable que atraviesa la historia. Cada 24 de septiembre, cuando su día nos convoca, los corazones correntinos laten al unísono, conscientes de que no solo celebramos a la patrona de nuestra ciudad capital, sino también a la protectora que, año tras año, se hace presente entre nosotros, regalándonos su visita en agosto, cuando su imagen recorre las calles de San Roque.

Pero para comprender la magnitud de esta devoción, es esencial remontarnos a su historia. La Virgen de la Merced ha sido, desde tiempos coloniales, un estandarte de libertad y esperanza. Fue en 1218 cuando San Pedro Nolasco, impulsado por una visión de la Virgen, fundó la Orden de la Merced con la misión de redimir cautivos. Su manto no solo protegía a los fieles, sino que también liberaba a los oprimidos. Esta noción de libertad que envuelve a la Virgen es el mismo principio que nos ha acompañado en Corrientes, donde su presencia ha sido un faro en momentos de adversidad, en tiempos de guerra y paz, en la vida cotidiana de nuestro pueblo.

Es importante destacar que su vínculo con la libertad se extiende más allá de Corrientes, ya que la Virgen de la Merced fue proclamada como Patrona del Ejército Argentino por su intervención milagrosa en la Batalla de Tucumán en 1812. Las tropas comandadas por el General Manuel Belgrano, invocando su protección, obtuvieron una victoria clave en nuestra lucha por la independencia. Desde entonces, ha sido venerada como la protectora de quienes defienden la patria, siendo un símbolo de valor y esperanza para las fuerzas armadas.

Su imagen, que en Corrientes ha sido proclamada patrona y protectora desde hace siglos, no es solo una figura devocional, sino la representación misma de la lucha por la libertad y la misericordia infinita. Los correntinos, con una devoción que se siente en cada rincón de nuestra tierra, la veneran como la madre que intercede por nosotros, que nos protege y nos libera.

La Virgen de la Merced es testigo de nuestras alegrías y tristezas, de nuestras plegarias y silencios. Cada paso que damos junto a su imagen es una ofrenda de fe y amor, un agradecimiento por su constante presencia. En cada rezo, en cada mirada hacia su altar, revivimos esa historia de redención y misericordia que ha forjado nuestra identidad como pueblo. Ella nos visita en agosto, nos guía en septiembre y nos acompaña todos los días, en cada rincón de Corrientes.

Y así, cuando el 24 de septiembre vuelve a encontrar su luz encendida en los altares correntinos, sentimos que no estamos solos. La Virgen de la Merced, con su manto protector, sigue siendo nuestra guía, nuestro refugio, nuestra madre celestial. Cada vez que su nombre se pronuncia, se renueva en nosotros esa fe que nunca nos abandona, esa certeza de que, bajo su mirada, somos libres y estamos en paz. Porque su historia no solo se cuenta en los libros ni se recita en las oraciones; su historia está escrita en cada corazón que ha encontrado en ella el consuelo y la esperanza que solo una madre puede brindar.