OPINIÓN | EL CHAMAMÉ Y LA MIRADA URGENTE QUE NECESITAMOS

OPINIÓN | EL CHAMAMÉ Y LA MIRADA URGENTE QUE NECESITAMOS

La Fiesta Nacional y del Chamamé, que finalizó la semana pasada en Corrientes, dejó un eco que no es solo musical, sino también polémico. Como cada año, la discusión se reaviva: ¿deben subir al escenario del Tránsito Cocomarola artistas que no son chamameceros? Para algunos, esto es una afrenta al género; para otros, una oportunidad de expansión.

 

La pregunta, sin embargo, es otra: ¿cuánto estamos haciendo para difundir el chamamé en los espacios que verdaderamente importan?

 

El chamamé es más que un género musical. Es un fenómeno cultural de alcance mundial, declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. Su grandeza radica en su capacidad de convivir con otras expresiones sin perder su esencia, en la manera en que artistas de distintos rubros lo toman como propio y lo llevan a públicos nuevos. Esto no es una amenaza, sino un homenaje.

Sin embargo, mientras discutimos quién sube al escenario, el chamamé pierde lugar en los medios de comunicación de Corrientes. Las radios y canales de televisión que antes lo tenían como bandera, hoy le dedican espacios marginales. Las nuevas generaciones crecen sin la presencia fuerte del chamamé en su cotidianidad, mientras otros géneros musicales dominan la escena.

 

La verdadera urgencia no es debatir quién toca chamamé en el festival, sino cómo hacemos para que el chamamé suene en todos lados, todo el año. Cómo logramos que los jóvenes lo escuchen, lo bailen y lo sientan como propio.

 

Más que señalar con el dedo quién tiene derecho a pisar el escenario mayor de la Fiesta del Chamamé, deberíamos preguntarnos qué estamos haciendo los correntinos para mantener viva nuestra música en la vida cotidiana. La lucha no está en el festival, está en los medios, en las escuelas, en la cultura de todos los días.

 

Dejemos de mirar el árbol y veamos el bosque. Dejemos de perder energía en debates estériles y trabajemos para que el chamamé sea lo que merece ser: una música que trascienda generaciones, sin pedir permiso, sin miedo a mezclarse, sin miedo a crecer.